Voy andando por las calles de Gràcia y se despierta un viento infernal.
Juicio final.
Me cruzo con miradas encorsetadas y gente que no para de callar por los codos.
"Debe haber una salida por aquí" le dice el bufón al ladrón.
El público me abuchea ejerciendo el derecho que cree poseer.
El juez me sentencia ejerciendo la moralidad que algún dios le regaló.
Y Martha intenta mirarme adorable y tímida.
Pero la cara de Arlette se me aparece en cada olor.
Después de cenar cenizas de mi vida, estoy bebiendo sangre y riendo.
Pero la tenue luz y la decoración vintage de esta cárcel tosen recuerdos en mi cara que me angustian.
Un par de chicas con gafas de pasta me molestan con sus ojos como clavos.
Me cansa como tantas y tantas cosas y me pongo mis gafas de sol para ocultarme y jugar a ser Dylan.
Y mientras Martha ríe inocentemente por el alcohol,
Me parece ver a Arlette en todos y cada uno de los oscuros y miserables rincones de este funeral.
"Astronauta. Chimpancé anfetamínico. Siempre entendí muy bien a Shakespeare."
Le dice el condenado a muerte al Rey.
En la oscuridad de la noche, subo la calle.
Mientras me coloco bien las gafas de no ver.
Noche de oscura luz y de otras cosas que son a la vez dos cosas.
Noche que habla ahora por los descosidos, sin tener nada que decir.
"Hola exterminador ¿Que hay?
¿Te habías dado cuenta que solo contigo era capaz de disfrutar de todo lo que me parece vacío?
"Hola enterrador ¿Que tal todo?"
Fecha y hora, por favor.