No hay nada como andar por un denso bosque
Que los arboles no te dejan ver.
Y una campanilla se cruce contigo
y juguetee un rato contigo.
La madre naturaleza que nutre este laberinto
Y estos lamentos que otrora
eran carcajadas majestuosas
de la madera y los espíritus de este baile de máscaras.
Me educaron para conocerte,
Me engañaron para amarte,
Me convencieron para poner la otra mejilla
Y sin embargo, no te creo.
Voy rodando por este mar verde
entre silenciosas confesiones
Y gemidos huecos.
Se adivinan rayos de sol entre las ramas.
Me duermo soñándote y muero sintiéndote.
Me quedo esperando frente a estas puertas esperando a que se abran.
Me quedo dubitativo preguntandome si volveré a verte durmiendo junto a estas puertas,
Las puertas del Edén.
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