Un camino nunca es conocido sin ser recorrido. Una puerta nunca termina de quedar cerrada cuando te preguntas que pudo haber sido.
Mi conciencia se retuerce por un río donde la razón se diluye y el dolor, germina fuerte y sano como un jardín repleto de plantas, flores y enredaderas.
Siempre termino en la cama con alguna chica, acariciándola en ese preciso punto que descubrí en tu espalda, justo por debajo del hombro, con la esperanza de volver a sentir ese breve e intenso suspiro que, como una ajada flor, solías exhalar.
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