Empecé a volar. Sentí las mariposas en el estómago al despegar.
Estaba asombrado y maravillado. Llegué a volar bastante alto. Tan alto como dura fue la caída.
Debí sospecharlo pero un coro celestial de ángeles cantaban un dulce susurro en mis oídos.
Alas de papel. Me llevaron hasta el cielo y bajo tierra.
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