Pobre chico

La calle. El trafico. La gente andando del punto A al punto B. Ha sido salir del coche y empezar a llover. Pobre chico, le rompieron el corazón y se pregunta: «¿Seguirás amándome, ni que sea un pedacito? ¿A caso te acordaras de mi?».

Y la lluvia cae sobre sus hombros y ya no sabe donde meterse.

—Tierra trágame —dice.

Y la tierra le escupe.

—Tendré que seguir la moda o me quedaré fuera de juego.

Y se corta el pelo e imagina a Sansón perdiendo su fuerza. Piensa en sus problemas y ve a David derrotando a Goliath.

—¡La vida es sacrificio y fe! —le dicen.

Y piensa en Abraham a punto de sacrificar al primogénito.

—¡Basta! No más referencias bíblicas. Me voy a encomendar a la ciencia.

—Dos mas dos son cuatro, eso no puede fallar —pero no lo veía por ninguna parte.

Pobre chico, la gente anda apresurada por la calle y nadie le mira. Sale humo de una alcantarilla como en las películas y los coches se vuelven locos pitándose entre si.

Se masca la tragedia hasta que se traga. Dos coches chocan de frente. Vueltas de campana que suenan a silencio. Llegan coches de policía, ambulancias, camiones de bomberos.

Pobre chico. Solo quiere que lo salven. Quizá hasta sea verdad que lo necesita. Y mientras anda entre esos coches de policía, esas ambulancias, esos camiones de bomberos y ese desastre no ve mas que un gesto de negación destacando entre los curiosos.

Buscando desesperadamente. Buscando y desesperadamente.

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