No existen los dones, ni el talento, ni las “cosas” de genio.
Solo existen las musas, la inspiración ardiendo en llamas dentro de mi, la necesidad y el instinto de escribirte, pintarte, cantarte.
El mundo entero dejo de existir cuando tus ojos vieron tras mi disfraz, atravesando un mar de ideas, dudas y creencias despojándome de toda razón. Como un disparo rápido y certero hasta el corazón.
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