Jet Lag



Lunes, 1 de Abril.

Abro los ojos y miro el reloj. "Es demasiado pronto", pienso.

Cierro los ojos y oigo a una vecina cantar de vez en cuando y el sonido de algún grifo de la casa goteando.

Vuelvo a abrir los ojos y vuelvo a mirar el reloj. Miro al lado y veo mi pobre tocadiscos enterrado en un montón de cosas. Tres mecheros, el tabaco, el papel de liar, mi moleskine, un par de bolígrafos, un DVD documental de Nick Drake, el rivotril, un par de púas de guitarra, el limpiador de discos, una gamuza, un vinilo de Los Planetas al fondo, apoyado en la pared.

Miro al suelo y veo el cenicero repleto de colillas, una taza de café de la tarde anterior y una botella de whisky casi vacía. Tres cosas que parece que nunca conseguiré dejar.

Miro fijamente la botella y pienso en todos estos días, en todas las veces que he intentado convencerme, pero cuando todo es tan vacío y doloroso, no puedes aguantarlo nunca mucho tiempo y tratas de pasar anestesiado lo máximo posible.

Entonces me giro al otro lado y cual es mi sorpresa que me encuentro una chica preciosa. Su pelo es larguísimo y negro como la noche y las sabanas dibujan unas curvas bellísimas por las que sería divertido hacer aterrizar todo tipo de aviones.

Y con este Jet lag de una hora, me abrazo a ella en busca de un poco de amor, aunque solo sea un sucedáneo.

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