Connubio



Un gran jardín con árboles majestuosos.
Oscuras enredaderas tocando el cielo.
Las columnas de marfil como padrinos magníficos.
Las penas, testigos;
Las alegrías, plañideras de honor.
Un estanque donde nadarán los invitados.
Los tubos de un órgano soplando entre las ramas.
Altar de arena donde esperaré.
Y tu, amada por nadie que a todos arropas por las noches,
El sol te llevará de la mano hasta el altar.
La prometida mas hermosa
Vestida de novia pero no de blanco.
Saturno nos entregará su anillo.
El paso de las estaciones oficiarán la ceremonia.
Nos daremos el “Sí, quiero” en una unión eterna.
Volarán las cenizas entre aplausos mientras, en lo alto del campanario,
Sylvia Plath toca enérgicamente su gran campana de cristal.

Viajeros de sueños



No estoy durmiendo bien estos días. No estoy durmiendo mucho tampoco. Creo que porque no puedo dejar de pensar.

No puedo dejar de pensar en como me gustaría espantar los fantasmas de tu armario.
Intentando averiguar como aterrizar en tu siguiente sueño y caer de pie.
Urdiendo mil y un planes para que juegues donde los ángeles vuelan.

Donde no hay personas con el corazón de ceniza ni miradas huecas.
Ni mentiras ni periódicos.
Ni lugares desolados ni casas cerradas.
Ni dolor ni tiritas.

Dibujar tus sueños y dormir con una sonrisa es lo menos que mereces.

Daysleeper



Son las cuatro de la mañana y los árboles se mecen. Todos duermen en sus camas pero él se queda mirando el techo de su habitación. Nadie le sueña.

Horas después de haber amanecido, da un salto, baja de la cama y sale de casa.

La luz da en sus ojos y le grita al sol de mediodía.

La gente anda por la acera de arriba a abajo y él se queda parado en mitad de la corriente continua mirando fijamente a ninguna parte. Alguien se acerca por detrás y pone la mano en su hombro haciendo que vuelva en si.

Autobuses, trenes, asientos vacíos entre personas que se evitan. Él los mira y ve personas que una vez estuvieron ahí.

Atrapado entre el trafico, el semáforo se pone en verde mientras él se entretiene contando los edificios y dibujando lineas sobre sus tejados.

Envuelto en el ruido de la ciudad, del engranaje y el discurrir de la vida, le pareció oír a alguien decir su nombre.