Good vibrations
El verano grita sobre su piel.
Las olas del mar rompen en sus ojos.
Te contará historias de marineros
Que te harán olvidar la resaca.
Adoro los colores de su vestido.
Y como el sol se refleja en su pelo.
Oigo la dulce música de cada palabra suya
Deslizándose sutilmente con el viento.
La siento dentro de mí cuando cierro mis ojos
Y escucho los latidos de su corazón.
Entonces abro los ojos y veo su sonrisa
Y sus labios siempre peligrosamente cerca.
Y sin saber por qué,
Me transporta a otro lugar
Donde los girasoles brillan
Y las estrellas florecen en el cielo.
Estrella apagada
La estrella apagada colisiona contra el espejo del cielo negro.
Se rompe en mil pedazos de significado y el espejo en mil lágrimas de diamante.
El polvo llueve iluminandolo todo.
Su destello alcanza hasta los rincones en los que se oculta Dios.
Las lágrimas viajan con el sonido sobrepasando la barrera del delirio mientras nos adentramos en los caminos de la tragedia.
Como una pluma cargando con todo el peso del dolor, caen arrasando con todo lo que se interponga en su camino para convertir al dragón en el fuego de la montaña y la sirena en la sal del océano hasta fecundar la tierra que dará a luz a los niños de la revolución.
Marta
Le dije a Marta que se sentara en las escaleras para hacerle una foto. Era gracioso verla encogerse de hombros con resignación porque no le gusta mucho que le hagan fotos. Miré por el objetivo varias veces y aparté la cámara para verla con mis ojos un poco más.
Era adorable verla ahí sentada. Tenía tanta vergüenza que se abrazaba con fuerza a sus piernas queriendo esconderse tras ellas.
Ahí estaba, con su tímida sonrisa, su pelo recogido torpemente y sus ojos negros. Unos ojos que te atrapaban hasta sumergirte en la noche que ocultaban. Una noche de verano a la luz de la luna con Marta tocando una y otra vez “Seul Ce Soir” con su violín.
Quizá un día acierte las notas. Quizá un día tocaremos juntos “Seul Ce Soir” y el resto de las noches serán así.
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