Hoy me he despertado un poco tarde. Como hago cada mañana, sin levantarme ni encender la luz, con la habitación casi a oscuras, he mirado ese "hueco" en el suelo. Ese hueco en el que antes solía haber una botella.
Hoy tampoco tenia ganas de levantarme. Ultimamente tengo mas días malos que buenos. Días en los que la medicación no funciona y he empezado a encontrarme terriblemente mal.
De pronto, he notado como alguien se metía en la cama y me arropaba. Yo, que siempre he sido un yonki de la realidad, un gato que ha perdido mas de siete vidas por culpa de la curiosidad, no se por que motivo no he querido darme la vuelta y descubrir el misterio. Sabía perfectamente que estaba solo pero aún así, me he quedado quieto.
Una vez dentro, ha empezado a revolverse con urgencia hasta llegar a mi y abrazarme. Su suave mano acariciando mi pelo, su piel tersa, su perfume de jazmín y pachuli y su respiración pausada y profunda, me calmaban. De repente, no solo los sudores fríos y los temblores desaparecían. También lo hacían todos mis miedos, mis preocupaciones, mis inseguridades, llegando a alcanzar una paz interior que nunca en mi vida había sentido.
Pero entonces...
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